Como cientos de mujeres que desempeñan el triple rol
de madres, esposas e incansables trabajadoras, ese 14 de mayo de 2012, Ana María regresaba a casa en la ruta G11 de Transmilenio,
soportando con paciencia el acostumbrado tumulto y el calor insoportable, que
por momentos la hacia sentir a punto de desmayarse. No lograba sostenerse con
firmeza de ninguna parte, literalmente estaba siendo sostenida por los cuerpos
a su alrededor, pero intentaba guardar la calma.
De repente sintió roces en sus genitales, pero no
tenia como mirar hacia abajo para saber que había pasado. Inicialmente pensó
que alguien sin intención la había rozado; pero la situación volvió a repetirse
luego de una parada en la que a pesar de que el bus estaba absolutamente lleno
entro más gente y ella tenía aún menos posibilidades de reaccionar.
Al confirmar que no era casualidad y que estaba
siendo abusada comenzó a gritar anunciando que alguien la manoseada; pero con
estupor vio como todos a su alrededor la miraban como a una desquiciada, sin
hacer nada. Horrorizada ante la indolencia lloraba
inconsolable sin haber podido identificar al hombre que la había tocado, ni
haber recibido la menor muestra de solidaridad o ayuda. El conductor no le
prestó atención, porque en esos casos si
acatan la regla de no hablar, al pie de la letra.
En la siguiente estación Ana María bajó del bus sin
poder creer lo que le acababa de suceder y sin poder contener las lágrimas y el
sentimiento de impotencia logró comunicarse con su esposo, quien desesperado
por no poder hacer nada intentaba consolar a esta indefensa mujer.
Lo más triste de esta situación es que el caso
de Ana María no es un caso aislado. A
diario, muchas mujeres son abusadas en mayor o menor grado en estas latas rojas
de sardinas que en horas picos son la única alternativa de transporte para
cientos de mujeres. La oportunidad hace
al ladrón y estas condiciones son la mayor ventaja de estos depravados sexuales,
para cometer sus fechorías.
Otro caso se presentó el 13 de Marzo de este año, en
el que Juliana Sarmiento iba de regreso a casa en Transmilenio luego de
terminar sus clases en la universidad.
El bus iba lleno pero daba posibilidades de sostenerse, se encontraba un
poco incómoda, pero trataba de soportar la situación, cuando el hombre que
estaba detrás de ella descaradamente comenzó a cogerla.
Ante tal situación, Juliana que ya había escuchado en
las noticias cómo reaccionar ante un abuso de este tipo, comenzó a gritar para
que identificaran al hombre y lo agarró fuertemente, para que no se pudiera
escapar. De inmediato, en la siguiente estación bajaron y ella denunció el echo
a un uniformado de la policía que estaba allí.
En este caso la gente y el conductor del bus, si reaccionaron a favor de
la víctima.
El procedimiento para lograr un castigo para estos
violadores es realizar la denuncia ante
una Unidad de Reacción Inmediata (URI), por lo que Juliana se desplazó con los
agentes de la policía que acudieron para atender el caso, hasta la URI de
Usaquén. Allí permaneció desde las 6 de la tarde hasta las 11 de la noche
realizando la denuncia, en condiciones precarias y compartiendo espacio con el
delincuente. Finalmente regresó a su casa tranquila por haber procedido de
acuerdo a la ley, pero con la marca imborrable del abuso en su mente.
Muchas mujeres desisten de las denuncias a causa de
la lentitud y el papeleo que deben realizarse, sumando a que tienen la
percepción de que si lo hacen podrían ser identificadas posteriormente por el
abusador.
Actualmente la Secretaría Distrital de la Mujer y
Transmilenio ya trabajan por la mujer,
para ofrecerles mecanismos de respaldo a los cuales pueden acudir, ante
situaciones de abuso sexual. La administración decidió establecer un protocolo
que las mujeres deben seguir ante un caso de abuso.
· Paso 1: La mujer víctima y/o persona testigo de la
situación de acoso, debe informar al conductor.
· Paso 2: El
conductor activa el botón de emergencia.
· Paso 3: El
Centro de Control de TransMilenio activa el dispositivo policía.
· Paso 4: El
articulado se detiene en la estación donde exista apoyo policial para
atender la situación.
· Paso 5:
Los auxiliares de policía presentes en las estaciones y los respectivos
refuerzos acuden al punto.
· Paso
6: Capturan al presente agresor.
· Paso
7: La víctima y/o persona testigo se
dirige a uno de los puntos de policía judicial más cercano a la estación donde
ocurrió la agresión. Allí se recepciona la denuncia como acto urgente:
Portal Américas, Portal Calle 80, Portal tunal y Portal Norte, etc.
·
Paso 8: La víctima y/o persona testigo
puede dirigirse a las Unidades de Reacción Inmediata (URI) de la
Fiscalía General de la Nación.
Según Lisa Gómez, directora del programa “Eliminación
de violencia contra mujeres” de la Secretaría distrital de la mujer, el 64% de las
mujeres han confesado ser víctimas de diferentes agresiones sexuales en el
transporte público. Sin embargo, el 80% de ellas aseguran que la mayoría de
estas agresiones se han presentado en el sistema Transmilenio.
A pesar de
que Transmilenio ha establecido un protocolo de reacción inmediata ante abusos,
no cuenta con una oficina con suficiente personal para dar respuesta a
interrogantes de la comunidad. Solo hay una persona encargada del tema y en
caso de que ella no se encuentre como sucedió en este reportaje, no hay nadie
que pueda suministrar la información, ni siquiera Michelle Bernal encargada de
la atención al usuario.
Esta
situación demuestra que a pesar de que se está dando atención al tema del abuso
sexual en Transmilenio, no se le da la importancia que merece; es inconcebible
que un sistema de transporte que cubre toda la ciudad, cuente con un solo
responsable para aclarar las inquietudes sobre este tema.
El asunto
no es definir protocolos sin guías ni responsables, permanentemente debe haber
gente que oriente a los usuarios. El sistema es el que está ocasionando este
tipo de situaciones al no contar con suficientes articulados en los que la
gente vaya cómoda.